sábado, 5 de noviembre de 2022

Recuerdos...... y Sentimientos de Beatriz

 

Beatriz Palacios

Recuerdos….y Sentimientos….

 

En la clase del jueves de historia Argentina caí en la cuenta que era una espectadora privilegiado de la historia de mi querido país de los últimos 80 años.

Vivía en Moreno y Bolívar tercer piso balcón a la calle.

Recuerdo ir a llevar a una visita a tomar el tranvía a av. de Mayo, como era costumbre. Fuimos por la calle Bolívar. Debía ser el 17 de octubre de 1.945. Caminábamos por la recova del Cabildo, el ruido era ensordecedor, olor muy desagradable a cuerpos transpirados. Mi papá trató de sacarme de allí lo más rápido que pudo sobre sus hombros.  Sentí mucho miedo y la sensación de estar atrapada sin poder salir. Mucha gente por todos lados gritando siempre lo mismo, no llegaba a entender lo que decían. Luego escuché comentarios a mis padres sobre lo que pasó y me dio más miedo. Desde ese momento no puedo pasar sola por un grupo de gente gritando sin que alguien me acompañe.

Recuerdo que mi mamá se cayó por la escalera pasando la cocina y se armó un gran alboroto. Estaba embarazada y perdió al bebé que esperaba. No entendí en ese momento lo que pasaba. Ya adulta comprendí.

El 17 de mayo de 1.946 nació mi hermano Miguel Ángel, según supe después el nombre lo eligió mi papá, Ángel era el nombre de su padre y a mi mamá no le gustaba sólo así que le pusieron Miguel.

A los seis meses mi tía Matilde, que era mi madrina, se fue a España ya que había muerto su padre José Rodríguez y su mamá, enferma del corazón no podía quedar sola con mi tía Rosina que era “sordomuda” no de nacimiento, sino por un sarampión; eso repetía mi mamá  cada vez que se hablaba del tema. Fue muy penoso para mí ya que era mi segunda madre y me cumplía todos los caprichos.

Complicado 1.946 nació mi hermano, después de 4 años y medio de mi reinado y se fue de mi vida “mi madrina”.

Iba al colegio de monjas Inmaculada Concepción. Moreno 928. Uniforme, exigencia. Mi mamá pensaba que la hija debía ir a colegio de monjas. El varón no. Me llevaba y me iba a buscar mi papá hasta que falleció en 1.950. Cuando empecé el primario a los 5 años, un año antes del reglamentario, cumplo a fines de setiembre, iba mañana y tarde. Recuerdo que sabía que en los actos religiosos debía inclinar la cabeza a un lado para demostrar ser una niña buena. Cosa bastante alejada de la realidad.  En ese momento las nenas debían aceptar todo lo que determinaban los adultos, sin chistar ni contestar.

En tercer grado me enteré como se fabricaban los bebés, como siempre bocona, informé a todas mis compañeras de mi hallazgo (piensen 1.949 los nenes los traía la cigüeña) vino al grado la monja superiora y la monja directora a darnos una filípica sobre el asunto. ¡Horrible!. Sabía que era la “culpable”.  Creo que no me echaron de la escuela porque mis papás pagaban regularmente la cuota.

Miguel Ángel tenía una vida mucho más libre y divertida. Con su amigo Jorge, que vivía en la calle Perú, a la vuelta, se pasaban haciendo lío en la iglesia Evangélica que cuidaban los tíos. También tenía dos hermanos mayores con los que les permitían salir y travesear. Yo en casa, leía muchísimo, todo tipo de libros que caían en mis manos. Recuerdo a los once años leí el libro Cuerpos y Almas de Van der Meersch relata cómo se curaba en los hospitales del año 30 a prostitutas y alcohólicos con total crudeza.

En noviembre de 1.950 se murió mi papá delante mío de un infarto a los 48 años.  No pude nombrarlo durante muchísimos años y mi mamá pensaba que me había olvidado de él y escuché su comentario.

Papá estaba fumando sentado en el escalón bajo y se llevó las manos al pecho y cayó, corrí a un rincón del comedor, quedé paralizada y mi mamá me pedía que le alcanzara vinagre. No me podía mover. Ahí supe que era la muerte. Nadie me explicó nada, no hacía falta. Me sentí muy culpable de no haber ayudado. Luego una cantidad de sucesos inexplicables y horribles. Me faltaba mi papá que cuando salía nos llevaba. Si se iba mi mamá no nos molestábamos. Si se iba papá no lo dejábamos salir. Miguel Angel y mis tres hijos varones son ese tipo de padres tan dedicados a sus hijos.

Los próximos años todos los sábados íbamos los tres al cementerio de Chacarita. Tarde. Cuando mamá terminaba de trabajar. Una vez quedamos encerrados en el panteón del Centro Gallego, donde estaban los restos de mi papá, luego de muchísimo golpear nos abrieron. ¡ Qué susto ! Pensamos que ibamos a dormir allí.  Lo único bueno era que a la salida mi mamá nos compraba turrón japonés. Viajábamos en subte.

Los domingos a ver cine al matiné, generalmente en San Telmo, cerca de casa. Tres películas y luego mi mamá nos compraba helado o paseábamos por la avenida Corrientes. Y algunas veces comíamos pizza en Las Cuartetas. Nos vestíamos para la ocasión. Mis pelos siempre mi cruz, horrible.  Trencitas finiiiiitas o cabello suelto sin gracia ni ondas.

 Nunca había salido del centro de Buenos Aires, lo más lejos Temperley cuando mi padrino Cándido y Ramona me venían a buscar o mis papás me llevaban. Allí tenían un barcito, con una cancha de bochas, campo, libertad. Dos o tres casas de amigos. Cándida su hija, que en realidad era su sobrina que habían traído de España, cuando fueron. Secreto que se decía en voz baja. Iba de visita a esas casas unas cuantas horas, solos los dos con Miguel Angel.

En 1.951 Año del Libertador General San Martín como escribíamos todos los días de encabezado en el cuaderno, mamá decidió viajar a Vigo donde estaba su mamá y hermanos. De todos los grados venían a conocerme, iba a viajar en barco a Europa. Era una curiosidad. Nadie viajaba, sólo los "ricos".  Supongo que a ver la situación para irnos a vivir. Imposible es ese momento. No se podía estudiar. La aspiración de mi madre para nosotros.

Conocí carros de bueyes por la ruta tirados por una persona muy malamente vestida a pie. Mujeres que sobre su cabeza anudaban pañuelos y colocaban cestas con enormes y pesadas cargas. Cartilla de racionamiento.  Iba de una ciudad donde se tiraba comida. No podía entender que mi tía nos hiciera entrar para darnos “las once” un trozo de chocolate con pan o un huevito batido con oporto. Porque decía -no tenía para todos los niños-

Podía jugar frente a la casa en la ruta Avenida de Galicia 230 con otros niños vecinos, varones y mujeres, nos aceptaron de muy buen grado. Allí también éramos a una curiosidad “los americanos”. Nunca había jugado en la calle y tampoco con varones. Colegio de “nenas”. Como estaba en cuarto grado me mandó a un instituto donde me ponían cuentas kilométricas y donde me enseñaron a razonar matemáticas, cosa que me sirvió para toda la vida.

Fuimos los tres mamá, Miguel Angel que tenía 4 años y yo en el transatlántico Monte Udala en una excursión organizada por Casa de Galicia. Salimos el 30 de junio y llegamos el 22 de julio. ¡Encantada! Todas novedades. Llegamos a Rio, bajamos, gente de otra lengua, color y olor. Era un barco de pasajeros y carga, quedaba muchos días en los puertos Cuando subimos comí unas bananitas muy dulces y chiquitas, se ve que me cayeron mal. Quedé dormida en lacubierta al sol. Primera quemadura seria de mi vida, claro nunca había tenido oportunidad de estar al sol rajante, todo el lado derecho ardía, rodajas de tomate no calmaban el terrible ardor y fiebre.

Para cenar había que vestirse, comida diferente todos los días, novedosa. Sorpresa.  Hablaba clarito todo lo que se me ocurría. A una señora compañera de mesa le pregunté, con mucha soltura si lo que llevaba era peluca. Mamá no sabía donde meterse.  Era una época donde las niñas debían ser modositas, hablar cuando debían y si era posible cuando les preguntaran.  No era mi caso. Nací fuera de época, debia haber nacido ahora.

Siempre recorría todo el barco, aún los lugares prohibidos. Esos eran mis preferidos. Me metía en los lugares de los marineros. En sus camarotes, cuando encontraba una puerta abierta. Una tarde de terrible tormenta, que barría la cubierta olas altísimas iba tranquilamente caminando hacia la proa, mi mamá descompuesta en el camarote, un marinero me vio y me mandó a los gritos abajo. 

El cruce del Ecuador, una fiesta. Me tiraron vestida a la pileta. Cómo lo disfruté. ¡Con lo que había mirado la pileta! Una fiesta, como nunca había visto, música, baile, diversión. Mucha alegría y locura.

Bajamos en Rabat Africa. Hicimos una excursión que propusieron en el barco. Olores diferente,paisajes diferentes, pasamos por construcciones nunca vistas por mí. El desierto, por grandes extensiones de arena. Casas con paredes coloridas, sin veredas y personas sentadas al frente en banquitos bajitos sin respaldo. Bajar y recorrer mercados con cantidad de cosas colgando. Gritos de los vendedores inentendibles, vestidos con túnicas y gorros de colores fuerte combinados. Camellos en los que cargaban cosas y los transportaba. Esto me hacía acordar a los libros que leía en casa  "Cuentos de Hadas Turcas" Increíble.

En un momento un moro nos seguía, quería comprarme. Me cambiaba por camellos. Cada vez ofrecía más. No había forma de dejarlo atrás. Nos explicaron que eso de comprar chicas era muy común. El guía no sabía como hacer para desprenderse de él. Mi mamá estaba asustada. Y yo ni te cuento.

 Nuevamente otros olores, vestimentas, idiomas y costumbres. Edificios. Mezquitas. Extensiones de tierra árida. Calor sofocante.

Llegamos a Vigo donde conocí a mi abuela materna Matilde, muy muy vieja, calculo 75/80 años. Me reencontré con mi madrina y con mis dos tíos Pepe y Raimundo. Y por primera vez en mi vida tuve primas y primos. Ahhh también a mi tía Rosina que siempre fue el centro. Se sintió desplazada por mí. Difícil la comunicación no hablaba.

Pepe me venía a buscar y me llevaba a pasear en coche y bote con mi tía y primos. Comer en el campo con un mantel sobre la hierba; ir a caminar a lugares abiertos, la belleza de la montaña cubierta de árboles, paisajes increíbles, mis ojos no podían creer. El color y olor del mar salado que penetra por la nariz.  Mi prima Margot, once años mayor, me ponía en el centro de su grupo de amigas y me hacía hablar, según decía, con mi cantito. En ese momento no se viajaba mucho y no había argentinos en España. Yo chocha, era y soy muy conversadora y tener público me encantaba.

También Raimundo me venía a buscar. No tenía coche, tomábamos tranvía y me llevaban a espectáculos públicos para niños junto con mis tres primas. Luego compartíamos la habitación y nos quedábamos charlando, poco tiempo enseguida Alicia, la mayor, apagaba la luz y teníamos que hacer silencio. Un día me vinieron a buscar y no me dejó ir. Lloré, patalee, me lastimé la pierna; pero no me dejaron ir.

Mamá nos llevó a Rosina y a mí a Calahorra a casa de mi tío paterno que vivía en una casa de altos, en los bajos tenían las vacas, un olor insoportable, jamás sentido por mí.  Y una esposa en silla de ruedas de madera. Jamás había visto a una persona en silla de ruedas y esta hacía mucho ruido al moverse. Me asustó. Mandó a mi primo Jesús a comprar unos bollitos, que fueron incomibles con fuerte olor a naftalina. Escuché que le decía a mi mamá que me dejara a vivir con ellos ya que era costumbre que el hermano se hiciera cargo de criar a los hijos del fallecido. Por suerte no nos quedamos a dormir y seguimos viaje.

Fuimos en tren a Barcelona; donde vivía la tía de Margot, que según había escuchado había tenido una “vida ligera” y un hijo que a los 12 años murió en un accidente en una excursión que hicieron los curas del colegio pupilo al que concurría. Tenía unas cortinas oscuras de terciopelo con un tacto muy suave y un fuerte olor a tierra. No me dejaron tocarlas, pero me acercaba con disimulo mientras conversaban. Siempre que decían “hay ropa tendida” prestaba atención doble, lo decían por mí.

Nos alojamos las tres en un hotel. No puedo imaginarme como mi mamá lo contrató. Yo hoy no sabría cómo hacer sin Booking. Conocí la Sagrada Familia. Me deslumbró, tuve la suerte de volver muchas veces más y siempre me causa el mismo impacto. La última vez en 2.019 me dediqué solamente a mirar la entrada de luz a las diferentes horas. Mágico.

Luego volvimos a tomar el tren y regresamos. Miguel Ángel se había quedado en Vigo. Recordando esto me asombra como cambiaron las comunicaciones y la vida. Sólo podíamos llamar por teléfono desde una central. Ir a la estación para saber los horarios de trenes.

Fui a un instituto para no perder el ritmo cuando regresé pude retomar la escuela sin problemas. Me enseñaron a razonar matemáticas. Me sirvió para toda la vida.

1.952 El 26 de julio de 1.952 murió Eva Perón. Durante varios años cuando iba a la escuela pasaba por la diagonal y veía el reloj del Ministerio de Trabajo y Previsión que dejaron detenido en- 20:25 hora en que Eva Perón pasó a la inmortalidad-, según decía todos los días la radio. Luego supe que la filmación de su sepelio fue hecha por un norteamericano y fue la segunda filmación color del país. Está muy bien, aún para los cánones actuales.

A los 33 años me di cuenta que Eva murió a esa edad. Para mí era una persona muy mayor. Esa valoración depende de la etapa de la vida propia. Cuando pasó yo tenía 10.

Se detuvo el país, no clase, muchísima gente por la calle llorando. Multitudes. Imposible salir de casa. El diario Crónica estaba a veinte metros de la entrada de mi edificio. Incesante movimiento de gente. Se veló en el Ministerio de Trabajo 300 metros de mi casa.

1.953/4/5 Leíamos el libro La Razón de mi Vida como libro de lectura. ¡Una tortura ¡ Yo estaba acostumbrada a leer mucho y bueno me resultaban relatos insulsos y desagradables.  Y los comentarios de los docentes no ayudaban a valorizarlo.

1.955 El 11 de junio de 1.955 nos citaron en la escuela y  llevaron las hermanas de San Vicente de Paul en fila a la que luego supe era la movilización de Corpus Christi. Iba con mi uniforme: falda plegada azul, blusa blanca saco azul y sombrero del mismo color a la plaza de Mayo. Muchísimos colegios formados. Muchísimas personas. Era y soy muy inquieta, tanto tiempo parada en un lugar me cansó terriblemente. Me fastidió.

El jueves 16 de junio fui a la escuela. Me mandaron a casa en la mañana. Varios aviones sobrevolaban plaza de Mayo. Después de las doce, desde el balcón se veían aviones con una V y cruz tirando bombas haciendo un ruido atronador. Recuerdo claramente al atardecer  una Cadena Nacional. Luego sería por muchos años algo habitual. Esa noche se veían resplandores. A la mañana nos enteramos que se habían quemado la Curia Metropolitana, Iglesia San Francisco y Santo Domingo que luego fuimos a visitar .Cenizas, olor a quemado, a muerte, a cementerio.  Unos meses antes hacíamos un emblema que llevábamos prendido en el uniforme dos espaditas cruzadas con alfileres y hacíamos el mango con espagueti plástico. La Iglesia y los alumnos luchando contra Perón

El 16 de setiembre fue la Revolución Libertadora. Se veía claramente desde el balcón los aviones arrojando bombas en plaza de Mayo  ese fin de semana era el cumpleaños de 15 de Ema. Mi mamá no se animó a salir. Me dio mucha bronca y frustración.

1.967 Mamá, Ricardito, Carmen, amiga de mi mamá de Vigo y yo fuimos a España. Mi cuñado, hermano de Ricardo, era del sindicato del Vestido y me pidió que llevara una carta para Perón (no había otra forma de comunicarse, sólo llevando una persona en mano,  estaba totalmente prohibido) no supe cómo decirle que no. En el vuelo le conté a mi mamá de la misiva. Se puso mal. Al llegar al aeropuerto de  Madrid llamé el número de teléfono que me habían dado y quedamos en encontrarnos en la estación de tren desde la que íbamos a tomar el tren a Vigo. Me dijo que era mujer, iba vestida de rojo. Tuve que escuchar todo el viaje en taxi hacia Atocha las preocupaciones de mi mamá y Carmen. Me sentí una conspiradora, toda una aventura. En ese momento España tenía una terrible dictadura. A nadie se le ocurría hablar ni escuchar de política.

Más libertad viene después de la muerte del Caudillo el 20 de noviembre de 1.975. Cuando fuimos a España con Ricardo en 1.979 nos llamó poderosamente la atención el Destape. Los kioscos de revistas llenos de desnudos, las personas hablando en todos los cafés de política.

Pese a no comulgar con el Régimen debo reconocer que el país ya estaba en el concierto de las naciones, muy actualizado. Nada que ver con el que conocí en 1.951. Cierto que recibió mucho dinero de otras naciones y que está ubicado en Europa.

Me duele cada vez que salgo de mi Argentina y vuelvo ver que estamos cada vez peor. Un pueblo inteligente y educado (ya se va perdiendo) Y que los jóvenes de mi país no tienen oportunidades laborales.  Sólo estamos superados por Cuba de donde volví el 19 de agosto de 2.022.

De acuerdo a la situación que veo ese fue mi último viaje fuera del país, con estas normas de hoy imposible viajar. Hay que pagar el terrestre fuera del país en un solo pago, lo mismo que el aéreo. Cantidad de billetes (suponiendo que los tengas) impensables de trasladar de un lugar a otro. Increíble. Vuelvo a tener la sensación de estar atrapada sin poder salir. Afecta también la posibilidad que vengan de otros países ya que al bajar la cantidad de vuelos de salida se afecta los de entrada.

Tengo 81 años y viajé bastante de acuerdo a mi situación económica-social de vida. Siempre encontré la forma. Menos ahora. No tengo ninguna idea política definida. Sólo quiero libertad para vivir el tiempo que me quede en la mejor forma posible. Trabajamos muchísimo con mi compañero de vida por cincuenta y seis años. Tuvimos tres hijos a los que criamos de la mejor forma que pudimos, por supuesto con muchos errores, pero con mucho amor.

 Si lo pienso un poco empecé a escribir para plasmar mis sentimientos y como una memoria que queda. Una forma de NO OLVIDAR.

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