Beatriz Palacios
Recuerdos….y Sentimientos….
En la clase del jueves de historia Argentina caí en la cuenta que era
una espectadora privilegiado de la historia de mi querido país de los últimos
80 años.
Vivía en Moreno y Bolívar tercer piso balcón a la calle.
Recuerdo ir a llevar a una visita a tomar el tranvía a av. de Mayo,
como era costumbre. Fuimos por la calle Bolívar. Debía ser el 17 de octubre de
1.945. Caminábamos por la recova del Cabildo, el ruido era ensordecedor, olor
muy desagradable a cuerpos transpirados. Mi papá trató de sacarme de allí lo
más rápido que pudo sobre sus hombros. Sentí mucho miedo y la sensación de estar
atrapada sin poder salir. Mucha gente por todos lados gritando siempre lo
mismo, no llegaba a entender lo que decían. Luego escuché comentarios a mis
padres sobre lo que pasó y me dio más miedo. Desde ese momento no puedo pasar sola
por un grupo de gente gritando sin que alguien me acompañe.
Recuerdo que mi mamá se cayó por la escalera pasando la cocina y se
armó un gran alboroto. Estaba embarazada y perdió al bebé que esperaba. No entendí en ese momento lo que pasaba. Ya adulta comprendí.
El 17 de mayo de 1.946 nació mi hermano Miguel Ángel, según supe
después el nombre lo eligió mi papá, Ángel era el nombre de su padre y a mi
mamá no le gustaba sólo así que le pusieron Miguel.
A los seis meses mi tía Matilde, que era mi madrina, se fue a España ya
que había muerto su padre José Rodríguez y su mamá, enferma del corazón no
podía quedar sola con mi tía Rosina que era “sordomuda” no de nacimiento, sino
por un sarampión; eso repetía mi mamá
cada vez que se hablaba del tema. Fue muy penoso para mí ya que era mi
segunda madre y me cumplía todos los caprichos.
Complicado 1.946 nació mi hermano, después de 4 años y medio de mi
reinado y se fue de mi vida “mi madrina”.
Iba al colegio de monjas Inmaculada Concepción. Moreno 928. Uniforme,
exigencia. Mi mamá pensaba que la hija debía ir a colegio de monjas. El varón
no. Me llevaba y me iba a buscar mi papá hasta que falleció en 1.950. Cuando
empecé el primario a los 5 años, un año antes del reglamentario, cumplo a fines
de setiembre, iba mañana y tarde. Recuerdo que sabía que en los actos
religiosos debía inclinar la cabeza a un lado para demostrar ser una niña buena. Cosa bastante alejada de la realidad. En ese momento las nenas debían aceptar todo lo que determinaban los adultos, sin chistar ni contestar.
En tercer grado me enteré como se fabricaban los bebés, como siempre
bocona, informé a todas mis compañeras de mi hallazgo (piensen 1.949 los nenes
los traía la cigüeña) vino al grado la monja superiora y la monja directora a
darnos una filípica sobre el asunto. ¡Horrible!. Sabía que era la “culpable”. Creo que no me echaron de la escuela porque
mis papás pagaban regularmente la cuota.
Miguel Ángel tenía una vida mucho más libre y divertida. Con su amigo
Jorge, que vivía en la calle Perú, a la vuelta, se pasaban haciendo lío en la
iglesia Evangélica que cuidaban los tíos. También tenía dos hermanos mayores
con los que les permitían salir y travesear. Yo en casa, leía muchísimo, todo
tipo de libros que caían en mis manos. Recuerdo a los once años leí el libro Cuerpos
y Almas de Van der Meersch relata cómo se curaba en los hospitales del año 30 a
prostitutas y alcohólicos con total crudeza.
En noviembre de 1.950 se murió mi papá delante mío de un infarto a los
48 años. No pude nombrarlo durante
muchísimos años y mi mamá pensaba que me había olvidado de él y escuché su
comentario.
Papá estaba fumando sentado en el escalón bajo y se llevó las manos al
pecho y cayó, corrí a un rincón del comedor, quedé paralizada y mi mamá me
pedía que le alcanzara vinagre. No me podía mover. Ahí supe que era la muerte.
Nadie me explicó nada, no hacía falta. Me sentí muy culpable de no haber ayudado. Luego una cantidad de sucesos inexplicables
y horribles. Me faltaba mi papá que cuando salía nos llevaba. Si se iba mi mamá no nos molestábamos. Si se iba papá no lo dejábamos salir. Miguel Angel y mis tres hijos varones son ese tipo de padres tan dedicados a sus hijos.
Los próximos años todos los sábados íbamos los tres al cementerio de
Chacarita. Tarde. Cuando mamá terminaba de trabajar. Una vez quedamos encerrados en el panteón del Centro Gallego, donde estaban los restos de mi papá, luego de muchísimo
golpear nos abrieron. ¡ Qué susto ! Pensamos que ibamos a dormir allí. Lo único bueno era que a la salida mi mamá nos compraba
turrón japonés. Viajábamos en subte.
Los domingos a ver cine al matiné, generalmente en San Telmo, cerca de casa. Tres películas y luego mi mamá nos compraba helado o paseábamos por la avenida Corrientes. Y algunas veces comíamos pizza en Las Cuartetas. Nos vestíamos para la ocasión. Mis pelos siempre mi cruz, horrible. Trencitas finiiiiitas o cabello suelto sin gracia ni ondas.
Nunca había salido del centro de
Buenos Aires, lo más lejos Temperley cuando mi padrino Cándido y Ramona me
venían a buscar o mis papás me llevaban. Allí tenían un barcito, con una cancha
de bochas, campo, libertad. Dos o tres casas de amigos. Cándida su hija, que en
realidad era su sobrina que habían traído de España, cuando fueron. Secreto que
se decía en voz baja. Iba de visita a esas casas unas cuantas horas, solos los dos con Miguel Angel.
En 1.951 Año del Libertador General San Martín como escribíamos todos los días de encabezado en el cuaderno, mamá decidió viajar a Vigo donde estaba su mamá y hermanos. De todos los grados venían a conocerme, iba a viajar en barco a Europa. Era una curiosidad. Nadie viajaba, sólo los "ricos". Supongo que a ver la situación para irnos a vivir. Imposible es ese momento. No se podía estudiar. La aspiración de mi madre para nosotros.
Conocí carros de bueyes por la ruta tirados por una persona muy malamente vestida a pie. Mujeres que
sobre su cabeza anudaban pañuelos y colocaban cestas con enormes y pesadas cargas.
Cartilla de racionamiento. Iba de una ciudad donde se tiraba comida. No podía
entender que mi tía nos hiciera entrar para darnos “las once” un trozo de
chocolate con pan o un huevito batido con oporto. Porque decía -no tenía para
todos los niños-
Podía jugar frente a la casa en la ruta Avenida de Galicia 230 con otros
niños vecinos, varones y mujeres, nos aceptaron de muy buen grado. Allí también
éramos a una curiosidad “los americanos”. Nunca había jugado en la calle y
tampoco con varones. Colegio de “nenas”. Como estaba en cuarto grado me mandó a un instituto donde me ponían cuentas kilométricas y donde me enseñaron a razonar matemáticas, cosa que me sirvió para toda la vida.
Fuimos los tres mamá, Miguel Angel que tenía 4 años y yo en el transatlántico Monte Udala en una excursión
organizada por Casa de Galicia. Salimos el 30 de junio y llegamos el 22 de
julio. ¡Encantada! Todas novedades. Llegamos
a Rio, bajamos, gente de otra lengua, color y olor. Era un barco de pasajeros y carga, quedaba muchos días en los puertos Cuando subimos comí unas
bananitas muy dulces y chiquitas, se ve que me cayeron mal. Quedé dormida en lacubierta al sol. Primera quemadura seria de mi vida, claro nunca había tenido oportunidad de estar al sol rajante, todo el lado derecho ardía, rodajas
de tomate no calmaban el terrible ardor y fiebre.
Para cenar había que vestirse, comida diferente todos los días, novedosa. Sorpresa. Hablaba clarito todo lo que se me ocurría. A una señora compañera de mesa le pregunté, con mucha soltura si lo que llevaba era peluca. Mamá no sabía donde meterse. Era una época donde las niñas debían ser modositas, hablar cuando debían y si era posible cuando les preguntaran. No era mi caso. Nací fuera de época, debia haber nacido ahora.
Siempre recorría todo el barco, aún los lugares prohibidos. Esos eran mis preferidos. Me metía en los lugares de los marineros. En sus camarotes, cuando encontraba una puerta abierta. Una tarde de terrible tormenta, que barría la cubierta olas altísimas iba tranquilamente caminando hacia la proa, mi mamá descompuesta en el camarote, un marinero me vio y me mandó a los gritos abajo.
El cruce del Ecuador, una fiesta. Me tiraron vestida a la pileta. Cómo lo disfruté. ¡Con lo que había mirado la pileta! Una fiesta, como nunca había visto, música, baile, diversión. Mucha alegría y locura.
Bajamos en Rabat Africa. Hicimos una excursión que propusieron en el barco. Olores diferente,paisajes diferentes, pasamos por construcciones nunca vistas por mí. El desierto, por grandes extensiones de arena. Casas con paredes coloridas, sin veredas y personas sentadas al frente en banquitos bajitos sin respaldo. Bajar y recorrer mercados con cantidad de cosas colgando. Gritos de los vendedores inentendibles, vestidos con túnicas y gorros de colores fuerte combinados. Camellos en los que cargaban cosas y los transportaba. Esto me hacía acordar a los libros que leía en casa "Cuentos de Hadas Turcas" Increíble.
En un momento un moro nos seguía, quería comprarme. Me cambiaba por camellos. Cada vez ofrecía más. No había forma de dejarlo atrás. Nos explicaron que eso de comprar chicas era muy común. El guía no sabía como hacer para desprenderse de él. Mi mamá estaba asustada. Y yo ni te cuento.
Nuevamente otros olores, vestimentas, idiomas y costumbres. Edificios.
Mezquitas. Extensiones de tierra árida. Calor sofocante.
Llegamos a Vigo donde conocí a mi abuela materna Matilde, muy muy vieja, calculo 75/80 años. Me reencontré
con mi madrina y con mis dos tíos Pepe y Raimundo. Y por primera vez en mi vida
tuve primas y primos. Ahhh también a mi tía Rosina que siempre fue el centro.
Se sintió desplazada por mí. Difícil la comunicación no hablaba.
Pepe me venía a buscar y me llevaba a pasear en coche y bote con mi tía
y primos. Comer en el campo con un mantel sobre la hierba; ir a caminar a
lugares abiertos, la belleza de la montaña cubierta de árboles, paisajes
increíbles, mis ojos no podían creer. El color y olor del mar salado que
penetra por la nariz. Mi prima Margot,
once años mayor, me ponía en el centro de su grupo de amigas y me hacía hablar,
según decía, con mi cantito. En ese momento no se viajaba mucho y no había
argentinos en España. Yo chocha, era y soy muy conversadora y tener público
me encantaba.
También Raimundo me venía a buscar. No tenía coche, tomábamos tranvía y
me llevaban a espectáculos públicos para niños junto con mis tres primas. Luego
compartíamos la habitación y nos quedábamos charlando, poco tiempo enseguida
Alicia, la mayor, apagaba la luz y teníamos que hacer silencio. Un día me
vinieron a buscar y no me dejó ir. Lloré, patalee, me lastimé la pierna; pero
no me dejaron ir.
Mamá nos llevó a Rosina y a mí a Calahorra a casa de mi tío paterno que
vivía en una casa de altos, en los bajos tenían las vacas, un olor
insoportable, jamás sentido por mí. Y
una esposa en silla de ruedas de madera. Jamás había visto a una persona en
silla de ruedas y esta hacía mucho ruido al moverse. Me asustó. Mandó a mi
primo Jesús a comprar unos bollitos, que fueron incomibles con fuerte olor a
naftalina. Escuché que le decía a mi mamá que me dejara a vivir con ellos ya
que era costumbre que el hermano se hiciera cargo de criar a los hijos del
fallecido. Por suerte no nos quedamos a dormir y seguimos viaje.
Fuimos en tren a Barcelona; donde vivía la tía de Margot, que según
había escuchado había tenido una “vida ligera” y un hijo que a los 12 años
murió en un accidente en una excursión que hicieron los curas del colegio
pupilo al que concurría. Tenía unas cortinas oscuras de terciopelo con un tacto
muy suave y un fuerte olor a tierra. No me dejaron tocarlas, pero me acercaba
con disimulo mientras conversaban. Siempre que decían “hay ropa tendida”
prestaba atención doble, lo decían por mí.
Nos alojamos las tres en un hotel. No puedo imaginarme como mi mamá lo
contrató. Yo hoy no sabría cómo hacer sin Booking. Conocí la Sagrada Familia.
Me deslumbró, tuve la suerte de volver muchas veces más y siempre me causa el
mismo impacto. La última vez en 2.019 me dediqué solamente a mirar la entrada
de luz a las diferentes horas. Mágico.
Luego volvimos a tomar el tren y regresamos. Miguel Ángel se había
quedado en Vigo. Recordando esto me asombra como cambiaron las comunicaciones y
la vida. Sólo podíamos llamar por teléfono desde una central. Ir a la estación
para saber los horarios de trenes.
Fui a un instituto para no perder el ritmo cuando regresé pude retomar
la escuela sin problemas. Me enseñaron a razonar matemáticas. Me sirvió para
toda la vida.
1.952 El 26 de julio de 1.952 murió Eva Perón. Durante varios años
cuando iba a la escuela pasaba por la diagonal y veía el reloj del Ministerio
de Trabajo y Previsión que dejaron detenido en- 20:25 hora en que Eva Perón
pasó a la inmortalidad-, según decía todos los días la radio. Luego supe que la
filmación de su sepelio fue hecha por un norteamericano y fue la segunda
filmación color del país. Está muy bien, aún para los cánones actuales.
A los 33 años me di cuenta que Eva murió a esa edad. Para mí era una
persona muy mayor. Esa valoración depende de la etapa de la vida propia. Cuando
pasó yo tenía 10.
Se detuvo el país, no clase, muchísima gente por la calle llorando.
Multitudes. Imposible salir de casa. El diario Crónica estaba a veinte metros
de la entrada de mi edificio. Incesante movimiento de gente. Se veló en el Ministerio
de Trabajo 300 metros de mi casa.
1.953/4/5 Leíamos el libro La Razón de mi Vida como libro de lectura. ¡Una
tortura ¡ Yo estaba acostumbrada a leer mucho y bueno me resultaban relatos
insulsos y desagradables. Y los
comentarios de los docentes no ayudaban a valorizarlo.
1.955 El 11 de junio de 1.955 nos citaron en la escuela y llevaron las hermanas de San Vicente de Paul
en fila a la que luego supe era la movilización de Corpus Christi. Iba con mi
uniforme: falda plegada azul, blusa blanca saco azul y sombrero del mismo color
a la plaza de Mayo. Muchísimos colegios formados. Muchísimas personas. Era y
soy muy inquieta, tanto tiempo parada en un lugar me cansó terriblemente. Me
fastidió.
El jueves 16 de junio fui a la escuela. Me mandaron a casa en la mañana.
Varios aviones sobrevolaban plaza de Mayo. Después de las doce, desde el balcón
se veían aviones con una V y cruz tirando bombas haciendo un ruido atronador. Recuerdo
claramente al atardecer una Cadena
Nacional. Luego sería por muchos años algo habitual. Esa noche se veían resplandores.
A la mañana nos enteramos que se habían quemado la Curia Metropolitana, Iglesia
San Francisco y Santo Domingo que luego fuimos a visitar .Cenizas, olor a quemado,
a muerte, a cementerio. Unos meses antes
hacíamos un emblema que llevábamos prendido en el uniforme dos espaditas
cruzadas con alfileres y hacíamos el mango con espagueti plástico. La Iglesia y los alumnos luchando contra Perón
El 16 de setiembre fue la Revolución Libertadora. Se veía claramente
desde el balcón los aviones arrojando bombas en plaza de Mayo ese fin de semana era el cumpleaños de 15 de
Ema. Mi mamá no se animó a salir. Me dio mucha bronca y frustración.
1.967 Mamá, Ricardito, Carmen, amiga de mi mamá de Vigo y yo fuimos a
España. Mi cuñado, hermano de Ricardo, era del sindicato del Vestido y me pidió
que llevara una carta para Perón (no había otra forma de comunicarse, sólo
llevando una persona en mano, estaba totalmente prohibido) no supe cómo decirle
que no. En el vuelo le conté a mi mamá de la misiva. Se puso mal. Al llegar al
aeropuerto de Madrid llamé el número de
teléfono que me habían dado y quedamos en encontrarnos en la estación de tren
desde la que íbamos a tomar el tren a Vigo. Me dijo que era mujer, iba vestida
de rojo. Tuve que escuchar todo el viaje en taxi hacia Atocha las preocupaciones
de mi mamá y Carmen. Me sentí una conspiradora, toda una aventura. En ese
momento España tenía una terrible dictadura. A nadie se le ocurría hablar ni
escuchar de política.
Más libertad viene después de la muerte del Caudillo el 20 de noviembre
de 1.975. Cuando fuimos a España con Ricardo en 1.979 nos llamó poderosamente
la atención el Destape. Los kioscos de revistas llenos de desnudos, las
personas hablando en todos los cafés de política.
Pese a no comulgar con el Régimen debo reconocer que el país ya estaba
en el concierto de las naciones, muy actualizado. Nada que ver con el que
conocí en 1.951. Cierto que recibió mucho dinero de otras naciones y que está
ubicado en Europa.
Me duele cada vez que salgo de mi Argentina y vuelvo ver que estamos
cada vez peor. Un pueblo inteligente y educado (ya se va perdiendo) Y que los
jóvenes de mi país no tienen oportunidades laborales. Sólo estamos superados por Cuba de donde
volví el 19 de agosto de 2.022.
De acuerdo a la situación que veo ese fue mi último viaje fuera del
país, con estas normas de hoy imposible viajar. Hay que pagar el terrestre
fuera del país en un solo pago, lo mismo que el aéreo. Cantidad de billetes
(suponiendo que los tengas) impensables de trasladar de un lugar a otro. Increíble.
Vuelvo a tener la sensación de estar atrapada sin poder salir. Afecta también
la posibilidad que vengan de otros países ya que al bajar la cantidad de vuelos
de salida se afecta los de entrada.
Tengo 81 años y viajé bastante de acuerdo a mi situación
económica-social de vida. Siempre encontré la forma. Menos ahora. No tengo
ninguna idea política definida. Sólo quiero libertad para vivir el tiempo que
me quede en la mejor forma posible. Trabajamos muchísimo con mi compañero de
vida por cincuenta y seis años. Tuvimos tres hijos a los que criamos de la
mejor forma que pudimos, por supuesto con muchos errores, pero con mucho amor.
Si lo pienso un poco empecé a
escribir para plasmar mis sentimientos y como una memoria que queda. Una forma
de NO OLVIDAR.




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